Después de 50 eneros, durante los cuales los gobiernos norteamericanos y el gobierno cubano no han podido mejorar, como se necesita, las relaciones entre ambos países. Todo parece indicar, que con el arribo a las presidencias de Barack Obama y Raul Castro se comienza a abrir la puerta de los cambios.
Ambos lideres han usado en diferentes momentos una misma idea, “SI SE PUEDE” y demostrando que, si se quiere, las ideas pueden hacerse realidad, ambos presidentes han dado los primeros pasos.
Comenzó Barack Obama con la permisión de que los cubanos americanos puedan viajar a Cuba mas de una vez por ano y con la autorización de que se pueda enviar la cantidad de dinero que se quiera de los EE.UU a Cuba mediante las remesas familiares. Acompaño las mismas con una solicitud al gobierno cubano; Que se reduzcan las altas tasas de cambio que el gobierno cubano cobra sobre el dinero que entra a Cuba desde el exterior, en estos momentos el gobierno cubano se queda con aproximadamente 20 dolares por cada 100 que cambia.
Le secundo Raul Castro con su planteamiento de que esta dispuesto a que ambos gobiernos se reúnan para discutir no solo lo relacionado con el embargo económico sino también sobre los derechos humanos y los presos políticos.
Muchos lideres de diferentes países se han pronunciado a favor de estos primeros pasos positivos. El primer ministro de Canadá Stephen Harper se pronuncio a favor de eliminar el embargo económico aunque planteo sus preocupaciones sobre los derechos humanos, libertad y democracia. El presidente de Brasil Lula da Silva planteo que Obama conseguirá vencer las resistencias internas en su país y avanzar en el restablecimiento de las relaciones con Cuba y el fin del embargo.
No me equivoco si me pronuncio en nombre de la mayoría de los alrededor de 14 millones de cubanos que queremos que dichos primeros pasos se conviertan en pasos firmes como los de una marcha olímpica. Que dichos pasos nos conduzcan por el camino del progreso individual, familiar y social. Ojala y no se produzca o fabrique un hecho que detenga esta marcha.
Somos también de los que creen que “SI SE PUEDE”, siempre que se piense en el bienestar de los pueblos.
miércoles, 22 de abril de 2009
miércoles, 1 de abril de 2009
BIOGRAFIA DEL HIJO DE JOSE MARTI
Conocer cada vez más sobre figuras relevantes que han hecho historia, nos acerca, indudablemente, a su imagen y principios, en otras palabras, se acorta la distancia hasta ellos.
Se conoce de la incalculable valía de la obra martiana en sus más disímiles vertientes, obra que cobró alas y ha trascendido en el tiempo de un lugar a otro del universo. Sin embargo, se revelan a cada paso aspectos interesantes acerca del Maestro, y que, para muchos, aún resultan del todo desconocidos.
Un aspecto de índole personal y familiar de la vida de José Martí lo constituye lo relacionado con los azares que colmaron la existencia de José Francisco Martí y Zayas Bazán, su hijo.
Aún inmerso Martí en intensas labores por lograr la independencia de Cuba, no desaprovechó momento alguno para después de nacido su hijo, dedicarle con el pensamiento y con la pluma, sus más humildes y profundos sentimientos.
Formando parte de su epistolario están hermosas muestras de infinito amor paternal, al mismo tiempo, de desesperación por la ausencia del pequeño y el futuro que este pudiera correr. Ejemplos palpables de esta situación aparece en las cartas a su esposa, la señora Zayas Bazán, con fechas de 1879 y 1881, la primera dirigida desde la Jefatura de la Policía un día después de ser preso, y la segunda, antes de unirse con ella en New York.
Lejos estamos de imaginar con certeza el lugar que ocupó en Martí la presencia de su hijo, pero si alguna huella llegó hasta nuestros días, sin lugar a otra alternativa, lo constituye la colección Ismaelillo, poemario que envuelto en velo de ternura, recoge el inmenso regocijo que produce en el padre la tenencia de su infante, la mayor de las veces ausente, como es conocido.
La preocupación y curiosidad de no pocos de cubanos por conocer algo más acerca de la simiente martiana ha estado latente siempre, de allí el interés de pretender dar luz a interesantes historias escondidas en documentos celosamente guardados en la propia ciudad de Camagüey.
Cuentan estos documentos que José Francisco Martí y Zayas Bazán pasó en nuestra ciudad algunos de sus primeros años e inició sus estudios en el prestigioso Colegio Escolapio San Calasancio, edificación que se conserva, situada en la calle Luaces No. 2, y que hoy la comparten la Escuela Provincial de Deportes (ESPA) y la Clínica Estomatológica Cerro Pelado.
Según relató el señor Armando Cortina de Varona, Secretario del Obispado de Camagüey, quien fuera, además, alumno de dicho colegio, que este recinto era solo para la instrucción de varones, y que en su interior se respiraba el aroma de numerosas plantas ornamentales. Cuenta también que las personalidades que impartían docencia, se caracterizaban por su rectitud y exigencia en grado elevado.
Allí en pleno corazón de la Ciudad de Puerto Príncipe, radicó el Instituto de Segunda Enseñanza, y con expediente No. 1201 del año 1889, matriculó José Francisco Martí luego de realizar exámenes de ingreso y obtener calificación de Aprobado. Firma el Acta de matrícula el 30 de setiembre de 1889, como Director del Instituto, el señor Betancur* Ronquillo, y como Presidente del Tribunal, el señor Agustín Betancur*. (* Fiel al original).
Realizó el joven todos los ejercicios de Bachiller y obtuvo finalmente la nota de Sobresaliente. Habiendo obtenido nota de Sobresaliente en la asignatura de Francés, el propio Director del Instituto solicita que José Francisco se presente a hacer Examen de Oposición al Premio de dicha asignatura.
Luego matricula en la Universidad de La Habana la carrera de Derecho, mas Cuba, al borde nuevamente de la insurrección, provoca que se interrumpan sus estudios dada la decisión de su familia de abandonar el país; esta, la familia Zayas Bazán, relumbrón de la burguesía criolla del Camagüey del siglo XIX. Parte hacia los Estados Unidos, apartándose el joven de un numeroso grupo de amigos que no vacilaron en sumarse a la lucha.
Enterado más tarde de la muerte de su padre, abandona la Universidad de Tray, lugar donde había continuado estudios. Se separa de su familia y solicita un puesto en cualquiera de las expediciones con destino a Cuba. Esta decisión determinó para siempre el curso de su vida.
Nuevamente en Cuba, en marzo de 1897 pasa a formar parte enseguida de las fuerzas del Mayor General Calixto García, ocupando el cargo de Artillero, la más humilde de las armas cubanas, y que en su mayoría estaban integradas por negros y ex esclavos. Más adelante le fue otorgado el cargo de Capitán y se desempeña en el Cuartel General del Departamento Oriental, donde se negó en repetidas ocasiones a recibir cualquier privilegio que pudiera apartarlo de la contienda.
Cuando termina la guerra, tanto intervencionistas como politiqueros se alejan de él, y por falta de dinero no puede continuar estudios de Derecho en la Universidad de la Habana, lo que le hace aceptar un cargo como empleado público en la Aduana.
Se convierte en un fiel amigo de Gonzalo de Quesada, amistad que, como se conoce, también lo fuera de su padre, y este en enérgica protesta ante el Gobierno, pide reincorporar a José Francisco al ejército. Lograda la petición, es el oficial que ordena la tropa en el cambio de banderas ante la Capitanía general, el 20 de mayo de 1902.
El gobierno de José Miguel Gómez se instaura en el período de 1909 a 1914, y el hijo de Martí fue ascendido, primero a Comandante, y después a Coronel, Jefe del Estado mayor. En otras etapas de la República se desempeñó en la Secretaría de Guerra, y finalmente, con el grado de General se retiró de las Fuerzas Armadas.
Manifestó su inconformidad a la tiranía machadista (1926- 1933), lanzando a la publicidad un llamado al pueblo cubano en su “Manifiesto a Cuba “. No pudiendo encontrar solución ante la opresión desatada, pasó a formar parte, con el cargo de Vicepresidente del ABC, una asociación política de carácter secreto y celular que empleó la lucha clandestina con el interés de desencadenar la insurrección popular. Este movimiento, una vez derrocado Machado, tomó lamentablemente otra orientación política, se convirtió en un partido político de gángsteres, lo que motivó que José Francisco, totalmente decepcionado, se alejara definitivamente del escenario público.
Se conoció de su matrimonio con María Teresa Bances y Fernández Criado, quien se convirtió en su fiel compañera y seguidora de los ideales martianos, fue una luchadora ferviente por la liberación de su Patria.
José Francisco Martí y Zayas Bazán murió en La Habana, el 22 de octubre de 1945, a la edad de 67 años.
Se conoce de la incalculable valía de la obra martiana en sus más disímiles vertientes, obra que cobró alas y ha trascendido en el tiempo de un lugar a otro del universo. Sin embargo, se revelan a cada paso aspectos interesantes acerca del Maestro, y que, para muchos, aún resultan del todo desconocidos.
Un aspecto de índole personal y familiar de la vida de José Martí lo constituye lo relacionado con los azares que colmaron la existencia de José Francisco Martí y Zayas Bazán, su hijo.
Aún inmerso Martí en intensas labores por lograr la independencia de Cuba, no desaprovechó momento alguno para después de nacido su hijo, dedicarle con el pensamiento y con la pluma, sus más humildes y profundos sentimientos.
Formando parte de su epistolario están hermosas muestras de infinito amor paternal, al mismo tiempo, de desesperación por la ausencia del pequeño y el futuro que este pudiera correr. Ejemplos palpables de esta situación aparece en las cartas a su esposa, la señora Zayas Bazán, con fechas de 1879 y 1881, la primera dirigida desde la Jefatura de la Policía un día después de ser preso, y la segunda, antes de unirse con ella en New York.
Lejos estamos de imaginar con certeza el lugar que ocupó en Martí la presencia de su hijo, pero si alguna huella llegó hasta nuestros días, sin lugar a otra alternativa, lo constituye la colección Ismaelillo, poemario que envuelto en velo de ternura, recoge el inmenso regocijo que produce en el padre la tenencia de su infante, la mayor de las veces ausente, como es conocido.
La preocupación y curiosidad de no pocos de cubanos por conocer algo más acerca de la simiente martiana ha estado latente siempre, de allí el interés de pretender dar luz a interesantes historias escondidas en documentos celosamente guardados en la propia ciudad de Camagüey.
Cuentan estos documentos que José Francisco Martí y Zayas Bazán pasó en nuestra ciudad algunos de sus primeros años e inició sus estudios en el prestigioso Colegio Escolapio San Calasancio, edificación que se conserva, situada en la calle Luaces No. 2, y que hoy la comparten la Escuela Provincial de Deportes (ESPA) y la Clínica Estomatológica Cerro Pelado.
Según relató el señor Armando Cortina de Varona, Secretario del Obispado de Camagüey, quien fuera, además, alumno de dicho colegio, que este recinto era solo para la instrucción de varones, y que en su interior se respiraba el aroma de numerosas plantas ornamentales. Cuenta también que las personalidades que impartían docencia, se caracterizaban por su rectitud y exigencia en grado elevado.
Allí en pleno corazón de la Ciudad de Puerto Príncipe, radicó el Instituto de Segunda Enseñanza, y con expediente No. 1201 del año 1889, matriculó José Francisco Martí luego de realizar exámenes de ingreso y obtener calificación de Aprobado. Firma el Acta de matrícula el 30 de setiembre de 1889, como Director del Instituto, el señor Betancur* Ronquillo, y como Presidente del Tribunal, el señor Agustín Betancur*. (* Fiel al original).
Realizó el joven todos los ejercicios de Bachiller y obtuvo finalmente la nota de Sobresaliente. Habiendo obtenido nota de Sobresaliente en la asignatura de Francés, el propio Director del Instituto solicita que José Francisco se presente a hacer Examen de Oposición al Premio de dicha asignatura.
Luego matricula en la Universidad de La Habana la carrera de Derecho, mas Cuba, al borde nuevamente de la insurrección, provoca que se interrumpan sus estudios dada la decisión de su familia de abandonar el país; esta, la familia Zayas Bazán, relumbrón de la burguesía criolla del Camagüey del siglo XIX. Parte hacia los Estados Unidos, apartándose el joven de un numeroso grupo de amigos que no vacilaron en sumarse a la lucha.
Enterado más tarde de la muerte de su padre, abandona la Universidad de Tray, lugar donde había continuado estudios. Se separa de su familia y solicita un puesto en cualquiera de las expediciones con destino a Cuba. Esta decisión determinó para siempre el curso de su vida.
Nuevamente en Cuba, en marzo de 1897 pasa a formar parte enseguida de las fuerzas del Mayor General Calixto García, ocupando el cargo de Artillero, la más humilde de las armas cubanas, y que en su mayoría estaban integradas por negros y ex esclavos. Más adelante le fue otorgado el cargo de Capitán y se desempeña en el Cuartel General del Departamento Oriental, donde se negó en repetidas ocasiones a recibir cualquier privilegio que pudiera apartarlo de la contienda.
Cuando termina la guerra, tanto intervencionistas como politiqueros se alejan de él, y por falta de dinero no puede continuar estudios de Derecho en la Universidad de la Habana, lo que le hace aceptar un cargo como empleado público en la Aduana.
Se convierte en un fiel amigo de Gonzalo de Quesada, amistad que, como se conoce, también lo fuera de su padre, y este en enérgica protesta ante el Gobierno, pide reincorporar a José Francisco al ejército. Lograda la petición, es el oficial que ordena la tropa en el cambio de banderas ante la Capitanía general, el 20 de mayo de 1902.
El gobierno de José Miguel Gómez se instaura en el período de 1909 a 1914, y el hijo de Martí fue ascendido, primero a Comandante, y después a Coronel, Jefe del Estado mayor. En otras etapas de la República se desempeñó en la Secretaría de Guerra, y finalmente, con el grado de General se retiró de las Fuerzas Armadas.
Manifestó su inconformidad a la tiranía machadista (1926- 1933), lanzando a la publicidad un llamado al pueblo cubano en su “Manifiesto a Cuba “. No pudiendo encontrar solución ante la opresión desatada, pasó a formar parte, con el cargo de Vicepresidente del ABC, una asociación política de carácter secreto y celular que empleó la lucha clandestina con el interés de desencadenar la insurrección popular. Este movimiento, una vez derrocado Machado, tomó lamentablemente otra orientación política, se convirtió en un partido político de gángsteres, lo que motivó que José Francisco, totalmente decepcionado, se alejara definitivamente del escenario público.
Se conoció de su matrimonio con María Teresa Bances y Fernández Criado, quien se convirtió en su fiel compañera y seguidora de los ideales martianos, fue una luchadora ferviente por la liberación de su Patria.
José Francisco Martí y Zayas Bazán murió en La Habana, el 22 de octubre de 1945, a la edad de 67 años.
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