"DESENGAÑÉMONOS: Constitución, Libertad, Igualdad, son sinónimos y a estos términos repugnan los de esclavitud y desigualdad de derechos".
"Vemos llegar el momento en que las cosas deben variarse y que lo más prudente sería preparar al pueblo para un cambio político inevitable; pero decir esto es un crimen."
"Los hombres de América nacen con el amor a la independencia... han tenido sus desavenencias sobre el modo de ser libres, pero en un momento de descuido, abren el pecho y se lee: INDEPENDENCIA".
Félix Varela
Muchas personas oyeron por primera vez el nombre de Félix Varela durante la visita del Papa Juan Pablo a Cuba en 1998, cuando el Pontífice, en solemne acto oficial en la Universidad de La Habana, le rindió homenaje. Posteriormente, el nombre de Varela ha sido propuesto para el proceso de beatificación en la Iglesia Católica. Esto daría a pensar que Félix Varela era un religioso, lo que es cierto. Sin embargo, era eso y mucho más. No se exagera al decir que Varela es el padre de la identidad cubana, y uno de los creadores del ideal de independencia para Cuba y Puerto Rico. El Padre Varela es reconocido, dentro y fuera de Cuba, como el primero que pensó y luchó por la independencia de la nación y se le considera, además, como el inspirador directo de José Martí.
Félix Varela y Morales nació el 20 de Noviembre de 1788 en la casa de sus padres en la calle Obispo, entre Villegas y Aguacate en la Ciudad de la Habana. Sus padres fueron Don Francisco Varela, español, teniente de infantería quien se casó con Doña Josefa Morales, santiaguera y ama de casa. Félix era el tercer hijo y sus dos hermanas se llamaban María de Jesús y Cristina.
A la temprana edad de tres años muere la madre de Varela y el niño huérfano, con sus dos hermanas, queda al cuidado de su abuelo Don Bartolomé, quien pronto fue trasladado por sus trabajos como militar a San Agustín de la Florida, a donde se lleva a Félix, que apenas sabía hablar. Félix inicia sus estudios primarios con el Padre O´Reilly, que le enseña latín, gramática y violín. Cuando llegó el momento de empezar sus estudios secundarios, Félix regresa a La Habana. Su padre había muerto y el abuelo soñaba con hacer de él un valiente y honrado militar, según la tradición familiar. Cuando tenía 14 años su abuelo le propuso empezar la carrera de cadete en una escuela militar, pero Varela pide entrar a un seminario para hacerse sacerdote.
Félix Varela comienza sus estudios para sacerdote en el Seminario "San Carlos" de La Habana. Varela estudia, a la vez, en la Universidad de La Habana, y es tan decidido y audaz su empeño que a los 19 años comienza a heredar las cátedras de sus propios profesores. A los 23 años, el 21 de diciembre de 181, recibe la ordenación sacerdotal en la Catedral de La Habana.
Con 24 años de edad el Padre Varela es nombrado por el Obispo Espada profesor de Filosofía, Física y Ética en el Seminario. Allí prepara el primer laboratorio de Física y Química que tiene el país: cajas galvánicas, tubos de ensayo, máquinas neumáticas, sistema planetario móvil y otros instrumentos para la enseñanza de las ciencias mediante la experimentación. El P. Varela enseña con los métodos pedagógicos más adelantados. Pese a que, según testimonio de José de la Luz y Caballero, dominaba el latín como su propia lengua, renovó la enseñanza de la época utilizando el español en sus clases y libros, en los que abandonó el escolasticismo imperante por la filosofía ecléctica e introdujo la experimentación en el estudio de las ciencias. Da mucha importancia a que sus alumnos aprendan a razonar con sus propias cabezas; lo importante es que aprendan a pensar y a decidir por sí mismos. Por eso, el destacado maestro José de la Luz y Caballero, discípulo de Varela, dijo: "Mientras se piense en Cuba, se pensará con respeto y veneración en el primero que nos enseñó a pensar".
El P. Varela formó en las aulas del Seminario San Carlos a los mejores hombres de su época. Los frutos de su labor como maestro se muestran en aquellos patriotas como: José A. Saco, Domingo del Monte, literato y protector de escritores y artistas, y José de la Luz y Caballero. Heredero de las enseñanzas de estos hombres y a su vez alumno del Seminario fue también Rafael María de Mendive, el maestro de Martí. Varela abrió, el primero, el camino de la educación para todos cuando dijo: "La necesidad de instruir a un pueblo es como la de darle de comer, que no admite demora..." . "Quién puede negar que es más ilustrado un pueblo en que todos saben leer y escribir".
En el tiempo en que el Padre Varela fue profesor en el Seminario realizó otras actividades para el fomento de la cultura de nuestro país: fundó la primera Sociedad Filarmónica de La Habana, ingresó y trabajó en la Sociedad Patriótica de Amigos del País, escribe obras de teatro que se presentan en escenarios habaneros y escribe libros de textos para estudiantes de Filosofía. En 1817 es admitido como socio de número en la Real Sociedad Económica, que más tarde le confirió el título de Socio de Mérito. Por estos años aparecieron sus discursos en Diario del Gobierno, El Observador Habanero y Memorias de la Real Sociedad Económica de la Habana.
Cuando en 1820, a raíz del establecimiento en España de la constitución de 1812, fue agregada la cátedra de Constitución al Seminario de San Carlos, la obtuvo por oposición. A los 32 años, el 18 de Enero de 1821, el Padre Varela inaugura en el Seminario de San Carlos, lo que resultó ser la primera Cátedra de Derecho de América Latina. Los jóvenes de La Habana se apiñan en las puertas y ventanas donde Varela imparte las clases. Allí se enseña por primera vez en estas tierras la legalidad, la responsabilidad civil y el freno del poder absoluto. Allí se cultiva la semilla de liberación y dignidad humana que el P. Las Casas había sembrado siglos atrás. El mismo Varela llama a estas clases "la Cátedra de la Libertad y de los Derechos Humanos, la fuente de las Virtudes Cívicas y la base del gran edificio de nuestra felicidad". Aunque solo pudo ejercerla por tres meses, su contribución al desarrollo del derecho constitucional y su defensa de los derechos humanos frente al despotismo regio y la tiranía estatal tuvo una gran repercusión en la conciencia de la naciente nación cubana. En verdad, aquella Cátedra de Constitución fue donde el padre Varela proclamó por primera vez en Cuba el carácter inalienable y sagrado de los derechos humanos. Allí fue donde defendió con claridad y valentía el derecho de los pueblos a tener su libertad y a elegir sus propios gobernantes. Allí fue en fin donde sembró las ideas políticas que más tarde habrían de conducir inevitablemente a la lucha por la independencia de Cuba.
Varela solo pudo ejercer la cátedra por tres meses en 1821, porque fue electo poco después diputado a las Cortes de 1822, lo que demuestra el valor que el Pueblo daba a sus ideas. El 22 de diciembre del mismo año presentó en las Cortes de Madrid, con otras personalidades, una proposición pidiendo un gobierno económico y político para las provincias de ultramar. También presentó un proyecto (reproducido en la Revista Cubana en 1935) pidiendo el reconocimiento de la independencia de Hispanoamérica y escribió una Memoria que demostraba la necesidad de extinguir la esclavitud de los negros en la Isla de Cuba, atendiendo a los intereses de sus propietarios, que no llegó a presentar a las Cortes. Al ser reimplantado el absolutismo por el rey Fernando VII, tuvo que refugiarse en Gibraltar, pues fue condenado a muerte por sus ideas de avanzada.
El 17 de diciembre de ese año llegó a Estados Unidos, donde se vio obligado a vivir el resto de su vida. Primero en Filadelfia y después en Nueva York, publicó el periódico independentista El Habanero, que entraba subrepticiamente en Cuba. Redactó junto a José Antonio Saco, El Mensajero Semanal. En Nueva York publicó en 1830 el periódico The Protestand Abriger and Annotator, en el que defendía la fe católica frente a los ataques de los protestantes. Colaboró en El Revisor Político y Literario, Revista Bimestre Cubana y Recreo semanal del bello sexo.
Abrió varias escuelas para niños y desplegó una amplia labor religiosa, lo cual le ganó rápido prestigio. En 1837 fue nombrado vicario general de Nueva York. En 1841 el claustro de Teología del Seminario de Santa María de Baltimore le confirió el grado de Doctor de la Facultad. También publicó muchas obras. En colaboración con Justo Vélez escribió Máximas Morales y Sociales, Instrucciones sociales y morales para la juventud e Instrucciones morales y sociales para el uso de los niños. Con el seudónimo "Un paisano suyo" publicó la primera edición de las Poesías (Nueva York, 1929) de Manuel de Zequeira. Tradujo del inglés el Manual de práctica parlamentaria para uso del Senado de los Estados Unidos (Nueva York, Henrique Newton, 1826), y Elementos de Química Aplicada a la agricultura (Nueva York, Imp. De Juan Gray, 1826) de Humphrey Davy. Discursos suyos aparecieron en Revista de La Habana y El Kaleidoscopio.
Habiéndose resentido su salud desde 1846, se vio en la necesidad de viajar tres veces, en busca de mejor clima, a La Florida. Murió en San Agustín, Florida, Estados Unidos el 25 de febrero de 1853. Después de instaurada la República, sus restos fueron trasladados a La Habana, donde está enterrado en la Universidad.
Nota: Tomado de varias fuentes, incluyendo El Centro Félix Varela de La Habana.
viernes, 13 de febrero de 2009
domingo, 8 de febrero de 2009
Cuba: 50 años antes
por Manuel Cereijo
Cuba contaba con un moderno y eficiente sistema de bancos comerciales. Existían 48 bancos comerciales con 273 sucursales y 8,035 empleados. También operaban 11 bancos de capitalización y ahorro dedicados a facilitar planes de construcción de viviendas particulares.
En 1957 y 1958, el total de depósitos fue superior a mil millones de pesos, de los cuales los bancos cubanos controlaban el 63%. El peso cubano se cotizaba a la par con el dólar. En 1958, Cuba ocupaba el tercer lugar entre los países latinoamericanos en reservas de oro, dólares y valores convertibles en oro por $373 millones. El ingreso nacional bruto era de $2,834,000,000 para una población de 6,630,921 habitantes, 40 lugar en el mundo según la escala de Ginsburg. El presupuesto era de $400,000,000, lo que colocaba a Cuba como el país del per capita presupuestal más alto de América Latina.
Había un total de 159,958 fincas, con una superficie de 9.083,916 hectáreas. Existían 161 centrales azucareros, de los cuales 121, o sea, un 75%, eran de dueños cubanos. La zafra de 1958 fue de 5,613,332 millones de toneladas, y como subproducto se obtuvieron 230,684,742 millones de galones de melaza.
Más de las dos quintas partes de la extensión total de las fincas de Cuba se destinaba a la cría de ganado vacuno, con 6,000,000 de cabezas de ganado, o sea, una proporción de 0.83 de res por habitante, que casi triplica el per capita mundial, que era de 0.32. En 1958 se calculó en 835,000 el número de reses sacrificadas para el consumo, o sea, más del 10% de la existencia total. El precio de la carne de res era de $0.38 por libra, por debajo de casi todos los países de América Latina.
La producción doméstica de arroz fue de 256,000 toneladas métricas, que representaba un 50% de las necesidades del mercado nacional, siendo Cuba el tercer productor de arroz de América Latina. Se produjeron 56,000 toneladas métricas de frijoles.
En 1958 existían en Cuba un total de 38,384 fabricas y 65,872 establecimientos comerciales de todas clases y tamaños que representaban más de $4,778 millones. Cuba tenía una industria refinadora de petróleo con capacidad superior a las necesidades del país. La industria textil abastecía más del 65% del consumo doméstico, y la del calzado, más del 90%. La producción de fertilizantes químicos fue de 330,000 toneladas en 1958. La variedad de los productos de las industrias era de 10,000 artículos diferentes.
La producción industrial de Cuba hizo que se aumentara la producción de energía eléctrica. La energía es el indicador más preciso y útil del desarrollo general de una economía. Cada 200 kilovatios hora de electricidad producida anualmente equivalen a la capacidad de trabajo de un obrero. De acuerdo con la tabla de Ginsburg, que incluía a 124 países, Cuba ocupaba el sitio 25, con 11.8 megavatios hora anuales. La media mundial era de 10, y sobre ella se encontraban sólo 29 países. Cuba ocupaba el primer lugar en Latinoamérica.
En 1958 Cuba era, en relación a su área, el país de este hemisferio que poseía mayor longitud de vías férreas, 1 km de vía por cada 8 km cuadrados de superficie, para un total de 18,059 km de vías ferreas. El número de automóviles particulares ascendía en 1958 a 140,267, uno por cada 27 habitantes, tercer lugar de este continente. El número de teléfonos instalados en 1958 era de 191,414, o sea, un teléfono por cada 38 habitantes, sólo superada por Argentina y Uruguay en América Latina.
Había 160 estaciones de radio y un millon de radiorreceptores, el primer lugar en América Latina. La primera estación de televisión fue inaugurada en 1950, y en 1958 había 23 estaciones transmisoras, incluyendo dos en colores. Había 400,000 televisores, un televisor por cada 17 habitantes. Además, había 600 salas de cine, segundo lugar de este hemisferio americano.
Cuba contaba con un moderno y eficiente sistema de bancos comerciales. Existían 48 bancos comerciales con 273 sucursales y 8,035 empleados. También operaban 11 bancos de capitalización y ahorro dedicados a facilitar planes de construcción de viviendas particulares.
En 1957 y 1958, el total de depósitos fue superior a mil millones de pesos, de los cuales los bancos cubanos controlaban el 63%. El peso cubano se cotizaba a la par con el dólar. En 1958, Cuba ocupaba el tercer lugar entre los países latinoamericanos en reservas de oro, dólares y valores convertibles en oro por $373 millones. El ingreso nacional bruto era de $2,834,000,000 para una población de 6,630,921 habitantes, 40 lugar en el mundo según la escala de Ginsburg. El presupuesto era de $400,000,000, lo que colocaba a Cuba como el país del per capita presupuestal más alto de América Latina.
Había un total de 159,958 fincas, con una superficie de 9.083,916 hectáreas. Existían 161 centrales azucareros, de los cuales 121, o sea, un 75%, eran de dueños cubanos. La zafra de 1958 fue de 5,613,332 millones de toneladas, y como subproducto se obtuvieron 230,684,742 millones de galones de melaza.
Más de las dos quintas partes de la extensión total de las fincas de Cuba se destinaba a la cría de ganado vacuno, con 6,000,000 de cabezas de ganado, o sea, una proporción de 0.83 de res por habitante, que casi triplica el per capita mundial, que era de 0.32. En 1958 se calculó en 835,000 el número de reses sacrificadas para el consumo, o sea, más del 10% de la existencia total. El precio de la carne de res era de $0.38 por libra, por debajo de casi todos los países de América Latina.
La producción doméstica de arroz fue de 256,000 toneladas métricas, que representaba un 50% de las necesidades del mercado nacional, siendo Cuba el tercer productor de arroz de América Latina. Se produjeron 56,000 toneladas métricas de frijoles.
En 1958 existían en Cuba un total de 38,384 fabricas y 65,872 establecimientos comerciales de todas clases y tamaños que representaban más de $4,778 millones. Cuba tenía una industria refinadora de petróleo con capacidad superior a las necesidades del país. La industria textil abastecía más del 65% del consumo doméstico, y la del calzado, más del 90%. La producción de fertilizantes químicos fue de 330,000 toneladas en 1958. La variedad de los productos de las industrias era de 10,000 artículos diferentes.
La producción industrial de Cuba hizo que se aumentara la producción de energía eléctrica. La energía es el indicador más preciso y útil del desarrollo general de una economía. Cada 200 kilovatios hora de electricidad producida anualmente equivalen a la capacidad de trabajo de un obrero. De acuerdo con la tabla de Ginsburg, que incluía a 124 países, Cuba ocupaba el sitio 25, con 11.8 megavatios hora anuales. La media mundial era de 10, y sobre ella se encontraban sólo 29 países. Cuba ocupaba el primer lugar en Latinoamérica.
En 1958 Cuba era, en relación a su área, el país de este hemisferio que poseía mayor longitud de vías férreas, 1 km de vía por cada 8 km cuadrados de superficie, para un total de 18,059 km de vías ferreas. El número de automóviles particulares ascendía en 1958 a 140,267, uno por cada 27 habitantes, tercer lugar de este continente. El número de teléfonos instalados en 1958 era de 191,414, o sea, un teléfono por cada 38 habitantes, sólo superada por Argentina y Uruguay en América Latina.
Había 160 estaciones de radio y un millon de radiorreceptores, el primer lugar en América Latina. La primera estación de televisión fue inaugurada en 1950, y en 1958 había 23 estaciones transmisoras, incluyendo dos en colores. Había 400,000 televisores, un televisor por cada 17 habitantes. Además, había 600 salas de cine, segundo lugar de este hemisferio americano.
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